Nacido en uno de los barrios más antiguos de Córdoba, Santiago, fui el cuarto de seis hermanos, aunque uno de ellos llegó a ser un ángel antes de nacer. Proveniente de una familia trabajadora, mis padres enfrentaron el desafío de mantener a cinco hijos, pero siempre lograron que no nos faltara nada. Su esfuerzo y dedicación nos brindaron un hogar lleno de amor y apoyo.
Mi historia de llegada al mundo energético.
¡Saludos, seres de luz! Permítanme compartir con ustedes las sincronicidades que marcaron mi llegada al fascinante mundo sanador de los cristales. Desde niño, sentí una atracción especial por ellos; su brillo y singularidad me cautivaban. Recuerdo cómo rompía grandes piedras para descubrir en su interior diminutas geodas de cuarzo, tesoros que guardaba con emoción y asombro.
Con el tiempo, el coleccionismo de minerales se convirtió en uno de mis pasatiempos favoritos, un camino que ya comenzaba a trazar. Sin embargo, fue en un momento crucial de mi vida, cuando me casé y deseé tener hijos, que una serie de circunstancias me llevaron a explorar el mundo de las energías. ¿Qué había sucedido? Un técnico informático como yo, que solo creía en la energía que sale del enchufe, me encontraba ante un nuevo horizonte.
La historia detrás de este cambio es muy personal y afecta a varias personas, así que dejaré un poco de intriga en el aire. Lo que sí puedo compartir es mi primer contacto con las energías: el Reiki. A través de una amiga que impartía un curso sobre esta práctica, acepté participar en una sesión con curiosidad y algo de escepticismo. Mis palabras exactas después de esa experiencia fueron: “esto es muy grande”, y nos abrazamos emocionados.
El destino me llevó a conocer a Paloma Iglesias, una maestra excepcional y un verdadero ángel en la tierra. Con ella aprendí sobre el toque Zen, una experiencia enriquecedora llena de sabiduría energética. La intensidad fue tal que sentí una activación en mi entrecejo que me provocó dolor de cabeza durante tres días. A partir de ese momento, las energías dejaron de ser lo que yo creía; fue como recibir una sacudida a mis conocimientos previos sobre las leyes del universo.
Con un hijo recién nacido, decidí seguir adelante y formarme con otra maravillosa persona: Charo Bautista, formadora de Reiki y un ser humano excepcional. Esta experiencia fue igualmente intensa; ya sabía por qué me dolía la cabeza y continué con los niveles 1 y 2 de Reiki.
A medida que despertaba a esta nueva realidad energética, mis minerales comenzaron a cobrar vida nuevamente tras haber estado guardados en una vitrina durante tanto tiempo. En medio de este proceso, ocurrió otra sincronicidad: mientras compraba minerales a un joven vendedor, él mencionó un libro que buscaba desesperadamente pero no podía encontrar ni en internet ni en librerías. Tras preguntar más detalles, obtuve el número de telefono del autor: Fernando Martín.
No podía creerlo; estaba hablando directamente con el escritor de un libro sobre cristales. Fernando amablemente me envió su obra, la devoré con entusiasmo, aunque no entendí gran parte del contenido. Sin embargo, él no dudó en explicarme algunos conceptos y sugirió que lo mejor sería asistir a un curso presencial.
Así fue como, en mi cumpleaños, mi esposa y yo hicimos un pacto: pocos meses después me encontré haciendo las maletas para viajar hasta Lezo (San Sebastián). Allí conocí a Fernando Martin y su pareja Marijo Iturria—una vasca encantadora— y forjamos una conexión tan profunda que rara vez pasa una semana sin que nos hablemos.
He tenido el honor de ser su asistente en varios cursos de gemoterapia por todo el país y he realizado sesiones para muchas personas; algunas necesitaban la terapia mientras otras simplemente tenían curiosidad por experimentar.
Mi deseo es transmitirles todo lo aprendido a lo largo de este viaje transformador. He creado este curso con dedicación y las herramientas que tengo para compartir esta hermosa enseñanza. Les pido disculpas si en algún momento me desvío del camino «normal»; no es mi intención ofender ni contrariar ninguna ideología o religión.
Gracias por acompañarme en esta travesía hacia la sanación y el autoconocimiento a través del poder transformador de los cristales. ¡Espero que juntos podamos explorar este maravilloso mundo!
Un cordial saludo
Jose Maria Calderon
(el abracitos según Fer)
Hay todo un mundo energético ahí afuera descubrámoslo juntos.